BTricks

BThemes

viernes, 31 de mayo de 2013

¿DE DÓNDE SE DERIVA EL PODER? / Gene Sharp

Conseguir la libertad con paz, por supuesto que no es tarea fácil. Va a requerirse para ello una gran destreza estratégica, organización y planificación. Sobre todo, requiere poder. Los demócratas no pueden esperar derribar la dictadura y establecer la libertad política sin la capacidad de ejercer su propio poder en forma eficaz.

¿Pero cómo es posible esto? ¿Qué clase de poder podrá la oposición democrática movilizar para destruir la dictadura y su vasta red militar y policíaca  La respuesta se encuentra en una comprensión del poder político generalmente ignorada. Llegar a este conocimiento intrínseco no es tarea demasiado difícil. Algunas verdades fundamentales son muy sencillas.

La fábula del "Amo de los Monos"

Una parábola china del siglo XIV, atribuida a Liu Ji, por ejemplo, destaca muy bien esta interpretación descuidada acerca del poder político:7

En el estado feudal de Chu, un viejo vivía de tener monos a su servicio. Las gentes lo llamaban "ju gong": el Amo de los Monos.

Todas las mañanas el viejo reunía a todos los monos en su patio y ordenaba al más viejo que condujera a los demás a la montaña a recoger fruta de los árboles y matas. La regla era que cada mono tenía que darle al viejo la décima parte de lo que recogiera. Los que no lo hacían eran brutalmente azotados. Todos los monos sufrían amargamente, pero no se atrevían a protestar.

Un día, un monito les preguntó a los otros; "¿Fue el viejo quien sembró los árboles y las matas?" Los otros le respondieron: "No; brotaron solos." El monito les dirigió otra pregunta: "¿No podemos nosotros coger la fruta sin permiso del viejo?" Los otros replicaron: "Sí, todos podemos hacerlo." El monito siguió: "¿Entonces por qué tenemos que depender del viejo? ¿Por qué tenemos que servirlo?"

Antes que el monito hubiera terminado su discurso todos los monos de pronto se sintieron iluminados, y despertaron.

Esa misma noche, al observar que el viejo se había quedado dormido, los monos rompieron las barreras del vallado donde se hallaban encerrados, y destruyeron el recinto por completo. También se apropiaron de cuanta fruta el viejo tenía guardada y se la llevaron al bosque, y nunca más volvieron. Al fin el viejo murió de inanición.

Yu-Li-Zi dice: "Algunos hombres en el mundo gobiernan a su pueblo mediante tretas y no por principios rectos. ¿No son éstos iguales al amo de los monos? La gente no se ha dado cuenta de su embrutecimiento. Apenas se les ilumine el conocimiento, las tretas dejarán de funcionar."

Un Sistema Conceptual para la Liberación


Esta historieta, originalmente titulada "Rule by Tricks" ("Gobernar por Tretas"), es del Yu-Li-Zi, de Liu Ji (1311-1375). La traducción original se publicó en Nonviolent Sanctions: News from the Albert Einstein Institution (Sanciones Noviolentas: Noticias de la Institución Albert Einstein), (Cambridge, Mass.) Vol. IV, No. 3 (Invierno 1992-1993) p. 3.


miércoles, 1 de mayo de 2013

PARLAMENTO / Fernando Savater


En más de una ocasión se ha dicho que un parlamento democrático es algo semejante a la representación teatral – y por tanto incruenta – de una guerra civil. Lo propio del parlamento es el debate, la polémica, la crítica sin contemplaciones, el sarcasmo, incluso en ocasiones los malos modos, porque allí se enfrentan intereses sociales contrapuestos y visiones diferentes de lo que puede ser mejor para la comunidad. La unanimidad en ese foro es sospechosa de falta de libertad, salvo cuando se refiere a cuestiones esenciales del mantenimiento del sistema democrático mismo (respecto a los cuales, en efecto, el margen de libertad es bastante reducido). Claro que también debería ser el espacio público en que se demostrase con toda nobleza la disposición esencialmente democrática de la persona educada para convivir, es decir, la de resultar tan capaz de ser persuadido como de persuadir. ¡Qué magnífico sería escuchar a un parlamentario, dirigiéndose a su adversario: “Me ha convencido usted. Cambio el sentido de mi voto”! Pero supongo que la civilización (y la disciplina de partido, ese espejo de maniqueísmo detestable) aún no ha llegado a tanto… 

A veces se oyen en los medios de comunicación y en boca de los políticos recomendaciones de “diálogo” (por lo general para ser mantenido con organizaciones terroristas que entienden el diálogo como respuesta cortés a las amenazas) y se asegura que con diálogo se pueden resolver todos los problemas. Evidentemente, elogiar el diálogo en un régimen parlamentario es como cantar alabanzas de la natación a los peces. También es obvio que el diálogo no puede resolver todas las dificultades políticas porque precisamente hay problemas causados por quienes no quieren dialogar sino intimidar e imponer. Por lo común, se confunde “dialogar” con “negociar”. El diálogo es igualitario y amistoso, basado en el intercambio de ideas y en la persuasión; en cambio, la negociación se mantiene con adversarios, competidores o enemigos y se basa en el “¿qué me das tú para que yo te dé?” y en el “si tú no me haces daño, yo no te lo haré a ti”. Poco que ver lo uno con lo otro, desde luego. Es evidente que el Estado de Derecho no puede “dialogar” con terroristas, porque no están en su mismo plano político ni moral; ni siquiera puede “negociar” con ellos, salvo que asuman su renuncia definitiva a la violencia y abandonen el chantaje que practican contra la ciudadanía (véase TERRORISMO). Negarse a tales remedos de parlamentarismo supone precisamente mantenerse fiel a lo que significa la libertad parlamentaria de expresión. 

Por supuesto, es evidente que en sede parlamentaria no debe haber representantes de ningún partido que apoye la lucha armada o no la repudie claramente, es decir, gente que a la vez goce de los beneficios de la representación incruenta de la guerra civil de baja intensidad contra sus adversarios ideológicos. Tal es el sentido en España de la Ley de Partidos, que algunos se obstinan en no entender como democrática. Dicen éstos que las ideas no delinquen y que todas deberían estar representadas en las Cortes. Falso. Ciertas ideas (la inferioridad de unas razas o sexos frente al resto, por ejemplo, la licitud de la falsedad en documentos públicos o la “comprensión” de la lucha armada para defender proyectos políticos que sin tal coacción obtendrían poco respaldo público) no son ni legales ni aceptables en el debate institucional democrático. Quien no comprende esto no entiende de la misa la media (o sólo media misa, la que a él le beneficia) del juego parlamentario… y ello aunque sea catedrático de Derecho Constitucional. Los ciudadanos con entendimiento propio harán bien en no dejarse influenciar por tales cantos desafinados de sirena al respaldar sus opciones políticas.

laparaponeraclavata Copyright © 2011 | Template created by O Pregador | Powered by Blogger