Para las «izquierdas» liberales no se podía obtener la renovación social sin romper totalmente con el pasado, armar las masas, entregarle todo el poder al pueblo y rehacer el Estado bajo el imperio de leyes radicales, que limitaran sin contemplaciones el poder público y aseguraran la renovación popular de todos los depositarios.
Para las «derechas» monárquicas ese programa conduciría fatalmente a la demagogia, y no veían otro remedio que la conservación intransigente...