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viernes, 18 de noviembre de 2011

Fascismo/Norberto Bobbio/Diccionario de política

III. LA TIPOLOGIA:

Nolte trata de reducir a la unidad los diversos f., encontrando en ellos las siguientes características comunes: La ubicación de una trayectoria que, de acuerdo con el modo en que se ejerce el poder, va desde el autoritarismo hasta el totalitarismo, la combinación de un motivo nacionalista con un motivo socialista, el racismo (existente con diferentes grados de intensidad en todos los f.), la coexistencia contradictoria de una tendencia particular y de una tendencia universal, el sustrato social proporcionado por la clase media (con excepción del peronismo) y al mismo tiempo la aparición de dirigentes relativamente sin pertenencia de clase.

El objetivo se modula de diversas maneras alrededor del concepto de consolidación nacional: el kemalismo es “una dictadura de defensa y de desarrollo nacional”; el f. italiano, “dictadura de desarrollo y al final despotismo imperialista”; el nacionalsocialismo se presentaba al mismo tiempo “como dictadura de reintegración nacional, despotismo imperialista y despotismo orientado a la salvación del mundo”. Desde el punto de vista teleológico, Nolte pone de manifiesto el antimarxismo del f., un antimarxismo que no excluye ciertas afinidades ideológicas y el uso de métodos casi idénticos (Nolte, 1966).

De Felice distingue una tipología de los países en que se consolidó el f. y una tipología del poder fascista. El f. se consolidó, particularmente, en los países caracterizados por una aceleración del proceso de movilidad social, por el predominio de una economía agraria-latifundista o por residuos de la misma no integrados a la economía nacional, por la existencia o por la falta de superación de una crisis económica, por un proceso confuso de crisis y de transformación de los valores morales tradicionales, por una crisis del sistema parlamentario que ponía en tela de juicio la legitimidad del sistema y daba crédito a la idea de una falta de alternativas de gobierno válidas, por la falta de solución, a través de la guerra, de problemas nacionales o coloniales. En esos países, el f. se consolidó a través de una concepción de la política y, más en general, de la vida de tipo místico basada en el primado del activismo irracional y en el desprecio del individuo ordinario al que se contraponía la exaltación de la colectividad nacional y de las personalidades extraordinarias (élites y superhombre) así como el mito del jefe: un régimen político de masa (en el sentido de una movilización continua de las masas y de una relación directa jefe-masa sin intermediarios) basado en el sistema del partido único y de la milicia de partido y realizado a través de un régimen policíaco y un control de todas las fuentes informativas; un revolucionarismo verbal y un conservadurismo sustancial mitigado por una serie de concesiones sociales de tipo asistencial; el intento de crear una nueva clase dirigente, expresión del partido, y a través de este último, expresión, sobre todo, de la pequeña y mediana burguesía; la creación y la valorización de un fuerte aparato militar; un régimen económico privatista, caracterizado por una tendencia a la expansión de la iniciativa pública, a la transición de la dirección económica de los capitalistas y de los empresarios a los altos funcionarios del estado y al control de las grandes líneas de la política económica así como de la adopción por parte del estado del papel de mediador en las controversias laborales (corporativismo) y por una orientación autárquica (De Felice, 1969).

Considerando en cambio las características del f. como ideología de la industrialización, se pueden establecer una serie de condiciones predisponentes: 1] el dualismo; 2] la humillación nacional; 3] la industrialización tardía (como factor que predispone a la radicalización política); 4] la disgregación nacional (la crisis); 5] el evento (o sea, el elemento deflagrador de la crisis). Estas circunstancias predisponen mas no son constitutivas en el sentido de que facilitan el triunfo de f. sobre las demás ideologías ylos demás modelos políticos. Después de llegar al poder, el f. se caracteriza por las siguientes modalidades: 1] la exigencia unitaria; 2] la llegada al poder de una generación nueva; 3] la llegada al poder de una personalidad carismática; 4] la llegada al poder de una nueva clase dirigente; 5] el intento de integración de las masas dentro del estado nacional; 6] el eclecticismo doctrinal; 7] la promoción del desarrollo industrial; 8] el empleo de fórmulas dirigistas; 9] la adopción de una política y de una economía autárquica (nacionalismo y proteccionismo); 10] la propuesta de un estilo de vida peculiar; 11] el recurso a la violencia contra toda fuerza nacional centrífuga y conflictiva.

Los últimos datos expuestos se refieren al f. triunfante. Sin embargo, la tipología no sería completa si no abarcara todos los f., tomando en cuenta la definición inicial y los demás elementos característicos ya enunciados. La clasificación se puede elaborar fijándose en la relación entre el f. y el ordenamiento sociopolítico al que se contrapone.

Primer caso: el sistema existente está atrasado, ha empezado apenas su transformación, o bien consiste en la superposición de estructuras modernas a una sociedad tradicional. El f. se presenta como una ideología de ruptura, como una contestación absoluta acompañada de un fuerte componente teórico. Es un movimiento de salvación con un contenido espiritualista o religioso acentuado (la religión en una sociedad arcaica es el factor unitario primigenio), con tendencias románticas y algunas veces ferozmente racistas; se opone a las tendencias cosmopolitas en que se inspira el proceso de modernización. Al presentarse, no obstante su apelación unitaria, como un factor más de fragmentación política, el f. es descartado en esta fase o está precedido de fuerzas capaces de llevara cabo el reordenamiento unitario del país en el plano coercitivo-represivo sin movilización de masa (por ejemplo, España, Portugal, así como Rumania y Hungría en el período comprendido entre las dos guerras).

Segundo caso: el sistema existente ya ha entrado en una fase de descomposición. El f. llega al poder como una ideología cicatrizante y establece un nuevo sistema que incorpora los residuos del viejo. La hegemonía del nuevo sistema es clara, pero el dualismo no queda completamente eliminado sino resuelto con un compromiso, con una especie de duopolio político, de ahí el carácter sincrético y bipolar del sistema de poder fascista (monarquía y fascismo en Italia, ejército y peronismo en la Argentina), aun a nivel personal (el rey y el “duce”, Perón y Eva Duarte). En la ideología el elemento ecléctico y pragmático predomina sobre el de la teoría.

Tercer caso: el sistema existente ha superado la crisis de la industrialización, pero se ve sorprendido por una crisis económica y moral sin precedentes que se prolonga y abre profundas grietas en las estructuras políticas y sociales. El f. se presenta nuevamente como contestación absoluta, como un sistema totalmente nuevo con un fuerte componente teórico, místico, romántico y racista, capaz de movilizar a las masas con la fórmula del pleno empleo material, y emotivo (en esa fase se puede definir el f. como una ideología total del pleno empleo). A pesar de llegar al poder por el camino de un compromiso con parte del establishment, el f. instaura una supremacía absoluta, es decir el totalitarismo (Alemania nacionalsocialismo).

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