Semanas antes de caer la dictadura, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera y Jóvito Villalba se reunieron en Nueva York para analizar los errores del pasado y para ponerse de acuerdo sobre lo que habría que hacer una vez derrocado el gobierno de Marcos Pérez Jiménez. Las conclusiones fundamentales de sus conversaciones fueron, primero, la necesidad de evitar los enfrentamientos y el sectarismo que habían caracterizado al Trienio y, segundo que la estabilización de la democracia demandaría acuerdos de cooperación política entre los distintos sectores de la sociedad. Esta "lección del 24 de noviembre de 1948" —fecha del golpe contra Rómulo Gallegos— constituyó una de las bases de los acuerdos "pactistas" que se establecieron después del 23 de enero de 1958 entre las distintas fuerzas organizadas del país.
La otra base de esos acuerdos estuvo representada por el carácter colectivo de las jornadas del 23 de enero y por el llamado "espíritu de unidad" que emergió de ellas. La amplia participación de civiles y militares en la lucha final contra la dictadura contribuyó, en efecto, a crear un clima de unidad política y de militancia en favor de la democracia. Esta disposición a la lucha democrática forzó, gracias a motines callejeros y protestas en las filas militares, la salida de la Junta de Gobierno de los coroneles Roberto Casanova y Abel Romero Villate, quienes habían sido los vencedores de la rebelión del 1° de enero, encabezada por el Coronel Hugo Trejo. Con la salida de estos dos oficiales el mismo 24 de enero, se incorporaron dos civiles a la Junta de Gobierno: Eugenio Mendoza y Blas Lamberti.
Los principios y acuerdos de conciliación política se concretaron formalmente en el "Pacto de Punto Fijo", suscrito el 31 de octubre de 1958 por Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Gonzalo Barrios, Rafael Caldera, Pedro del Corral, Lorenzo Fernández, Jóvito Villalba, Ignacio Luis Arcaya y Manuel López Rivas. El 13 de febrero del año siguiente, con la investidura de Betancourt como Presidente de la República, la ejecución del "Pacto" se puso en marcha. Atendiendo a sus pautas generales, el Gabinete Ejecutivo quedó integrado por independientes y por representantes de los tres grandes partidos: tres ministros de URD, dos de AD y dos de Copei. Asimismo, las gobernaciones se distribuyeron entre esas organizaciones, aunque utilizando en este caso una especie de sistema de cuotas, de acuerdo con el cual se nombraba gobernador a un miembro del partido que hubiese alcanzado la más alta votación en cada estado o entidad federal (Velázquez, 1979, p. 231).
Es de hacer notar que los alcances del "Pacto" no se limitaron al Gabinete Ejecutivo y a las gobernaciones de estado. Ya durante el mes anterior se habían instalado las Cámaras del Congreso con unas directivas integradas por representantes de los tres partidos. En el Senado, Raúl Leoni (AD) ocupó la Presidencia, mientras J. M. Domínguez Chacín (URD) y Patrocinio Peñuela Ruiz (COPEI) ocupaban las vicepresidencias. En Diputados, por su parte, Rafael Caldera (COPEI) fue instalado como Presidente, en tanto que Rigoberto Henríquez Vera (AD) y Vidalina de Bártoli (URD) fueron escogidos como Vicepresidentes.
En apariencia, "Punto Fijo" fue un pacto esencialmente interpartidista. El esquema de conciliación política del cual el pacto formaba parte abarcó, sin embargo, a otros sectores organizados de la sociedad. En concreto, el mismo se tradujo en un pacto de "Avenimiento Obrero-Patronal" y en el compromiso de los altos mandos de las Fuerzas Armadas de apoyar la democracia y defenderla contra cualquier intentona golpista.
Más y Mejor Democracia / Grupo Roraima /Capitulo II / Veintinueve años despues / 1. La caída de la dictadura y la búsqueda de la unidad: El espíritu del 23 de enero” págs 17-18 / 1987