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martes, 27 de septiembre de 2011

PUEBLO


Este término suele ser empleado a menudo como sinónimo del conjunto de los ciudadanos de un país, casi siempre con intención encomiástica – el pueblo siempre es noble, nunca se equivoca, etcétera – y frecuentemente algo cursi (algo así como llamar corcel a un caballo). Pero también lo utilizan a veces nacionalistas y colectivistas de vario pelaje para nombrar a una entidad superior y eterna que se opone a cada uno de los ciudadanos de carne y hueso, una especie de diosecillo político que siempre tiene razón por encima de ellos y contra ellos: lo importante es lo que quiera el Pueblo (es decir, lo que dicen que quiere los que hablan en su nombre), más allá de lo que efectivamente quiere cada cual. Por lo general, este tipo de “pueblo” siempre apoya sus demandas en las raíces y en el pasado: en cambio, los ciudadanos son desarraigados (de la tradición y sus legendarias genealogías) en busca de un futuro nuevo y común.

Fernando Savater,  “Diccionario del ciudadano sin miedo a saber”.

sábado, 17 de septiembre de 2011

afrontar la desesperación de la política


… siempre me ha sorprendido advertir que nunca ha sido descrito el estado de alma que, con respecto a la historia, llega a predominar y a extenderse por toda la cultura griega y romana, en el momento en que estos países empezaron a declinar; es decir, cuando tenían a su espalda una experiencia milenaria, cuando las habían visto en el orden político de todos los colores, cuando habían ensayado todas las formas de gobierno, cuando habían vivido, habían amado y habían sufrido todas las formas de la vida. Esto empieza a aparecer en el orden político, como documento, en el libro III de Heródoto, en la famosa conversación de los siete grandes persas cuando, en un instante de vacante del Trono, discuten sobre qué forma de gobierno darían a su país. Pero luego adquiere su primera fórmula clásica en los dos maravillosos libros VI y VII de <<La República>> de Platón, cuya lectura recomiendo a todos, porque así como otros libros de la misma obra se pierden en materias tal vez demasiado sutiles y menos controlables, estos dos libros no hacen sino albergar una experiencia de viejos griegos que saben la historia de las mil ciudades y estados que habían constituido la civilización griega.

Pues bien, en este momento, después de Platón, Aristóteles modela aún más la expresión de esta experiencia, pero no la reforma. No descubre nada nuevo, como Platón tampoco había incluido nada nuevo. Y esto es lo que me extraña, que no se advierta cómo la imagen predominante en los finales del mundo antiguo tiene tan humilde origen. Tras Aristóteles viene un estupendo discípulo, Diceraco, especializado en política, que desgraciadamente no nos ha dejado libros por esa mala fortuna que conserva los ilegibles y aniquila los mejores. Daba una fórmula, probablemente la más completa, a esos pensamientos, que de él recibió Polibio y este comunicó y transmitió a su vez a Cicerón, el cual es la convergencia de todo el saber antiguo, porque este hombre, a pesar de ser político, tenía una capacidad de reflexión incalculable, que pueden ustedes hallar en su <<Tratado de la República>>.

Esta imagen de todo el proceso histórico desde mil y más años se había decantado, precipitado poco a poco en la conciencia griega y romana. Se compone de tres grandes ideas o imágenes. La primera de ellas es esta: la experiencia de que toda forma de gobierno lleva dentro de sí su vicio congénito y, por tanto, inevitablemente degenera. Esta degeneración produce un levantamiento, el cual derroca la Constitución, derrumba aquella forma de gobierno y la sustituye por otra, la cual a su vez degenera y contra la cual, a su vez, se sublevan, siendo también sustituida. Se discutió algún tiempo, pero no mucho, cuál era la línea exacta de precedencia y subsecuencia en este pasar inexorable de una forma de gobierno a otra. Por ejemplo, Aristóteles discute este punto con Platón, pero al fin se llega a una especie de doctrina canónica del pensamiento político, que viene a ser ésta: la institución más antigua y más pura es la Monarquía, pero degenera en el poder absoluto que provoca la sublevación de los hombres más poderosos del pueblo, es decir, de los aristócratas, que derrocan la Monarquía y establecen una Constitución aristocrática. Pero la aristocracia degenera a su vez en oligarquía y esto provoca la sublevación del pueblo, que arroja a los oligarcas e instaura la democracia. Pero la democracia es muy pronto el puro desorden y la anarquía: va movida por los demagogos y acaba por ser la presión brutal de la masa, de lo que se llamaba entonces – no hago sino traducir- el populacho “okhlos” y viene la “okhlocracia”. La anarquía llega a ser tal que uno de esos demagogos, el más acertado o poderoso, se alza con el poder e instaura la tiranía, y si esa tiranía persevera se convierte en Monarquía, y asi se tendrá que las instituciones se muerden la cola y vuelve a empezar el ciclo de evoluciones.

Esto es lo que se llamó el círculo, ciclo o circuito de las formas de gobierno. Supone esto no creer en ninguna forma política, haber experimentado que todas son fallidas y erróneas y, en efecto, tanto en Platón como en Aristóteles, todas esas formas de gobierno concretas, regidas por principios claros y conocidos, son llamadas por Platón “Hermartémata” y por Aristóteles “hamartémata”, dos palabras que significan simplemente errores, pecados y desviaciones. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que estos hombres, por lo visto, al cabo de las centurias, habían llegado a esa experiencia que es la desesperación de la política.

Como el hombre no se entrega ni ante la desesperación frente a esa convicción profunda de que no hay forma de gobierno estable, de que no hay constitución la cual evite la sublevación, la revolución, la inquietud, lo que llamaban <<extasía>> “stásis”, parece que debían renunciar y llegar como a una parálisis; mas el hombre es incapaz, mientras no esté enfermo, de parar. De aquí que empiecen entonces los tratadistas de política: Platón y Aristóteles. Y cuando preguntamos a Aristóteles, como él se pregunta, cuál es el propósito y designio de la ciencia política, nos responde de un modo que, por un instante, van a creer que he perdido el control de mi mismo y que me pongo a hablarles en lenguaje chulesco, cuando sólo voy a citar literalmente a Aristóteles. En efecto, Aristóteles, al preguntarse cuál es el propósito y designio de la ciencia política, se responde no ser otro que hallar los medios para conseguir la <<anastasia>>. La <<anastasia>> no es, como de primera intención pudiera creerse, una buena moza de los Madriles, sino lo contrario de la “extasía”: es la estabilidad.

La reacción a esa opinión desesperada respecto de las posibilidades de las formas políticas consiste entonces en imaginar una constitución que tenga la gracia de reunir los principios de todas las demás, a fin de que unos y otros se regulen y compensen; que haya un poco de Monarquía y otro poco de aristocracia y otro tanto de democracia. De esta suerte tal vez será posible evitar esa permanente inquietud que marcha sobre la historia. Y esta es la segunda idea. La Constitución mixta, que va a dar que hacer a todos los pensadores, desde Platón, que la anuncia, no en “La República” sino en su libro último que escribe siendo casi decrépito, “Las leyes” que luego va a razonar con mucho detalle Aristóteles, como si fuera, en realidad, una idea formal, cuando no es sino un pio deseo con el cual afrontar la desesperación de la política.

UNA INTERPRETACIÓNDE LA HISTORIA UNIVERSAL

martes, 13 de septiembre de 2011

La otra voz

«La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: Sí o No. En su brevedad instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana»

viernes, 9 de septiembre de 2011

LA PRENSA DEFIENDE SU LIBERTAD DE EXPRESION (1735)

Cambridge, Massachusetts, hacia alarde de su imprenta y, en 1704, se publico en Boston el primer periódico que tuvo éxito. Muy pronto aparecieron otros, no solo en Nueva Inglaterra, sino también en otras regiones. En New York, la libertad de prensa se vio sometida a su primera prueba de importancia en el caso de Peter Zenger, cuyo New York Weekly Journal, fundado en 1733, fue el vocero de la oposición al gobierno. Después de dos años de circulación, se le hizo imposible al gobernador colonial seguir tolerando las pullas satíricas de Zenger y lo mando encarcelar, acusado de difamación. Zenger continúo editando el periódico desde la cárcel durante su proceso, que duro nueve meses, lo que suscito un intenso interés en todas las colonias. Su defensor, Andrew Hamilton, abogado destacado, argüía que las acusaciones que había publicado Zenger eran ciertas y, en consecuencia, no eran difamatorias. El jurado dictamino que el acusado era inocente, y Zenger fue libertado. Aquella decisión trascendental contribuyo a establecer en los Estados Unidos de Norteamérica el principio de la libertad de prensa.
Reseña de la Historia Norte Americana

jueves, 8 de septiembre de 2011

SECTARISMO


El sectarismo quiere que los suyos salgan adelante a toda costa, aunque el conjunto del país sufra en su armonía o incluso corra peligro de desmoronarse. En su hemiplejía partidista valora las instituciones, no en cuanto garantías para que todos puedan jugar limpiamente, sino sólo en la medida que se presten a ser utilizadas al servicio de su propia ideología: lo que no me sirve para ganar debe ser desprestigiado e inutilizado. Forma parte de la democracia que haya diversas actitudes o partidos en liza y que cada cual colabore con quienes mejor defiendan lo que considera adecuado: pero no que se pierda de vista que nadie tiene absolutamente la razón y que frente a ciertas cuestiones esenciales es imprescindible buscar la colaboración con el adversario antes que imponerse, caiga quien caiga, a él. De modo que es importante enseñar desde la escuela a quienes pronto van a ser ciudadanos de pleno derecho, antes de que corrompan su juicio los maniqueísmos de sus mayores, el verdadero significado en busca de un bien común que tienen los mecanismos democráticos y el sentido de la separación de los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Sobre todo prevenirlos, antes de que por influencia del ambiente envenenado los padezcan, contra los dos peores y más frecuentes sectarismos de nuestro espectro político: el clericalismo, por lo general apoyado electoralmente por la derecha, y el nacionalismo, apoyado también por lo general electoralmente por la izquierda. Luego puede ser ya demasiado tarde.

(Fernando Savater,  Diccionario del ciudadano sin miedo a saber)

martes, 6 de septiembre de 2011

Marat-Sade

«Así es, Marat, eso es para ellos la Revolución. Les duelen las muelas y deberían arrancárselas. Se les ha pegado el cocido y ahora, excitados, piden otro mejor. Una siente que su marido sea tan bajo, quiere otro más alto. Al otro le molesta el zapato y el vecino tiene unos mejores. No se le ocurren versos al poeta y busca con desesperación ideas nuevas. Un pescador lleva horas con el anzuelo en el agua. ¿Por qué no pican? Y así llega la Revolución y creen que ella va a darles todo: un pez, un zapato, un poema, un marido nuevo y una mujer nueva; y asaltan todas las bastillas y luego se encuentran con que todo es como era: el caldo pegado, los versos chapuceros, el cónyuge en la cama, maloliente y gastado, y todo aquel heroísmo que nos hizo bajar a las cloacas podemos ponérnoslo en el ojal, si es que aún tenemos» (P. Weiss).

lunes, 5 de septiembre de 2011

Tratado teológico-político / Baruch Spinoza (24/11/1632 – 21/02/1677)

«De los fundamentos del Estado se deduce evidentemente que su fin último no es dominar a los hombres ni acallarlos por el miedo o sujetarlos al derecho de otro, sino por el contrario libertar del miedo a cada uno para que, en tanto que sea posible, viva con seguridad, esto es, para que conserve el derecho natural que tiene a la existencia, sin daño propio ni ajeno. Repito que no es el fin del Estado convertir a los hombres de seres racionales en bestias o en autómatas, sino por el contrario que su espíritu y su cuerpo se desenvuelvan en todas sus funciones y hagan libre uso de la razón sin rivalizar por el odio, la cólera o el engaño, ni se hagan la guerra con ánimo injusto. El verdadero fin del Estado es, pues, la libertad» 

domingo, 4 de septiembre de 2011

Contra Uno o Discurso de la servidumbre voluntaria (Étienne de La Boétie)

«¿Cómo puede ser que tantos hombres, tantos burgos, tantas ciudades, tantas naciones soporten a veces a un solo tirano, que no tiene más poderío que el que se le concede y que no tiene capacidad de dañar sino en tanto se le aguanta, que no podría hacer mal a nadie si no se prefiriera soportarle a contradecirle? Gran cosa es y más triste que asombrosa ver a un millón de hombres someter su cuello al yugo no obligados por una fuerza mayor sino por el solo encanto del nombre de uno»

sábado, 3 de septiembre de 2011

Textos de prueba V


En el siglo XVI, un joven hombre de letras francés amigo de Montaigne —Etienne de La Boétie— se hizo una pregunta al parecer ingenua pero si bien se mira muy profunda: ¿por qué los miembros de cada sociedad, que son muchos, obedecen a uno (llámesele rey, tirano, dictador, presidente o jefe de cualquier clase)? ¿Por qué aguantan sus órdenes, en lugar de mandarle a paseo o tirarle por la ventana si se pone demasiado pesado? Ningún jefe es tan fuerte, físicamente hablando, como el conjunto de sus súbditos, ni siquiera como cuatro o cinco súbditos echados pa'lante. Entonces... ¿por qué se le respeta y obedece, aunque sea un demente peligroso como Calígula o un incompetente como tantos que hubo, hay y habrá entre quienes mandan a los demás? ¿Es por miedo a sus guardias? Entonces... ¿por qué le obedecen sus guardias? ¿Por la paga? Pero si lo que quieren es dinero ¿por qué no le quitan todo lo que tiene y acabamos de una vez? Y ¿por qué cuando se liquida a Calígula o a cualquier pobre incompetente como Luis XVI sólo es para buscar en seguida otro mandamás no muy distinto?

Textos de prueba IV (P. J. Proudhon, Idea general de la revolución en el siglo XIX)

«Ser gobernado es ser vigilado, inspeccionado, espiado, dirigido, legislado, reglamentado, encasillado, adoctrinado, sermoneado, fiscalizado, estimado, apreciado, censurado, mandado por seres que no tienen ni título, ni ciencia, ni virtud. Ser gobernado significa, en cada operación, en cada transacción, ser anotado, registrado, censado, tarifado, timbrado, tallado, cotizado, patentado, licenciado, autorizado, apostillado, amonestado, contenido, reformado, enmendado, corregido. Es, bajo pretexto de utilidad pública y en nombre del interés general, ser expuesto a contribución, ejercido, desollado, explotado, monopolizado, depredado, mistificado, robado; luego, a la menor resistencia, a la primera palabra de queja, reprimido, multado, vilipendiado, vejado, acosado, maltratado, aporreado, desarmado, agarrotado, encarcelado, fusilado, ametrallado, juzgado, condenado, deportado, sacrificado, vendido, traicionado y, para colmo, burlado, ridiculizado, ultrajado, deshonrado. ¡He aquí el gobierno, he aquí su moralidad, he aquí su justicia» 

Textos de prueba III (Nietzsche: Sobre verdad y mentira en sentido extramoral)

Hay períodos en los que el hombre racional y el hombre intuitivo caminan juntos; el uno angustiado ante la intuición, el otro mofándose de la abstracción; es tan irracional el último como poco artístico el primero. Ambos ansían dominar la vida: éste sabiendo afrontar las necesidades más imperiosas mediante previsión, prudencia y regularidad; aquél sin ver, como “héroe desbordante de alegría”, esas necesidades y tomando como real solamente la vida disfrazada de apariencia y belleza. Allí donde el hombre intuitivo, como en la Grecia antigua, maneja sus armas de manera más potente y victoriosa que su adversario, puede, si las circunstancias son favorables, configurar una cultura y establecer el dominio del arte sobre la vida; ese fingir, ese rechazo de la indigencia, ese brillo de las intuiciones metafóricas y, en suma, esa inmediatez del engaño acompañan todas las manifestaciones de una vida de esa especie. Ni la casa, ni el paso, ni la indumentaria, ni la tinaja de barro descubren que ha sido la necesidad la que los ha concebido: parece como si enolímpica y, en cierto modo, un juego con la seriedad. Mientras que el hombre guiado por conceptos y abstracciones solamente conjura la desgracia mediante ellas, sin extraer de las abstracciones mismas algún tipo de felicidad; mientras que aspira a liberarse de los dolores lo más posible, el hombre intuitivo, aposentado en medio de una cultura, consigue ya, gracias a sus intuiciones, además de conjurar los males, un flujo constante de claridad, animación y liberación. Es cierto que sufre con más vehemencia cuando sufre; incluso sufre más a menudo porque no sabe aprender de la experiencia y tropieza una y otra vez en la misma piedra en la que ya ha tropezado anteriormente. Es tan irracional en el sufrimiento como en la felicidad, se desgañita y no encuentra consuelo. ¡Cuán distintamente se comporta el hombre estoico ante las mismas desgracias, instruido por la experiencia y autocontrolado a través de los conceptos! Él, que sólo busca habitualmente sinceridad, verdad, emanciparse de los engaños y protegerse de las incursiones seductoras, representa ahora, en la desgracia, como aquél, en la felicidad, la obra maestra del fingimiento; no presenta un rostro humano, palpitante y expresivo, sino una especie de máscara de facciones dignas y proporcionadas; no grita y ni siquiera altera su voz; cuando todo un nublado descarga sobre él, se envuelve en su manto y se marcha caminando lentamente bajo la tormenta.
Nietzsche: Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Textos de prueba II (ISAAC ASIMOV - ASNOS ESTUPIDOS)

Naron, de la longeva raza rigeliana, era el cuarto de su estirpe que llevaba los anales galácticos. Tenía en su poder el gran libro que contenía la lista de las numerosas razas de todas las galaxias que habían adquirido el don de la inteligencia, y el libro, mucho menor, en el que figuraban las que habían llegado a la madurez y poseían méritos para formar parte de la Federación Galáctica.

En el primer libro habían tachado algunos nombres anotados anteriormente: los de las razas que, por el motivo que fuere, habían fracasado. La mala fortuna, las deficiencias bioquímicas o biodísicas, la falta de adaptación social se cobraban su tributo. Sin embargo, en el libro pequeño no había habido que tachar jamás ninguno de los nombres anotados. 

En aquel momento, Naron, enormemente corpulento e increíblemente anciano, levantaba la vista, notando que se acercaba un mensajero.
-Naron -saludó el mensajero-.¡Gran señor!
-Bueno, bueno, ¿qué hay? Menos ceremonias.
-Otro grupo de organismos ha llegado a la madurez.
-Estupendo. Estupendo. Actualmente ascienden muy aprisa.
Apenas pasa año sin que llegue un grupo nuevo. ¿Quiénes son ésos?
El mensajero dio el número clave de la galaxia y las coordenadas del
mundo en cuestión.
-Ah, sí -dijo Naron-. Lo conoco. -Y con buena letra cursiva anotó el dato
en el primer libro, trasladando luego el nombre del planeta al segundo.
Utilizaba, como de costumbre, el nombre bajo el cual era conocido el
planeta por la fracción más numerosa de sus propios habitantes.
Escribió, pues: La Tierra.
-Estas criaturas nuevas -dijo luego- han establecido un récord.
Ningún otro grupo ha pasado de la inteligencia a la madurez tan
rápidamente. No será una equivocación, espero.
- De ningún modo, señor - respondió el mensajero.
- Han llegado al conocimiento de la energía termonuclear, ¿no es cierto?
-Sí, señor.
-Bien, ése es el requisito. -Naron soltaba una risita-. Sus naves
sondearán pronto el espacio y se pondrán en contacto con la Federación.
-En realidad, señor -dijo el mensajero con renuencia-, los Observadores
nos comunican que todavía no han penetrado en el espacio.
Naron quedó atónito.
-¿Ni poco ni mucho? ¿No tienen siquiera una estación espacial?
-Todavía mo, señor.
-Pero si poseen la energía termonuclear,¿dónde realizan las pruebas y lasexplosiones?
-En su propio planeta, señor.
Naron se irguió en sus seis metros de estatura y tronó:
-¿En su propio planeta?
-Sí, señor.
Con gesto pausado, Naron sacó la pluma y tachó con una raya la última anotación en el libro pequeño. Era un hecho sin precedentes; pero es que Naron era muy sabio y capaz de ver lo inevitable como nadie en la galaxia.
-¡Asnos estúpidos!- murmuró.
Fin.

Comentario de Isaac:
Me temo que éste es otro cuento con moraleja. Pero verán ustedes, el peligro nuclear escaló puntos cuando Estados Unidos y la Unión Soviética, cada uno por su parte, construyeron la bomba de fusión, o de hidrógeno. Yo volvía a sentirme amargado.


Textos de prueba

INTELIGENCIA, PENSAMIENTO, CONOCIMIENTO.
Un peligroso tópico -todos los tópicos son peligrosos- dice que basta ser inteligente para pensar bien. Se confunden inteligencia y método de pensamiento. Se puede ser muy inteligente y ser un desastroso pensador. Ejemplos hay a millares. Conviene detenernos en este punto porque ilustra una cosa elemental: que el pensamiento es producto de la sociedad, de la lucha de sus intereses enfrentados. La inteligencia también lo es, pero a otra escala. Ésta se desarrolla en la primera infancia y detiene luego su desarrollo pudiendo producirse un retroceso con la edad si no se mantiene un uso sistemático de ella. Al igual que la memoria y la capacidad sexual, que se mantienen con el uso, la capacidad intelectiva también se engrasa con su práctica.

Sobre la misma base biológica, excepto en casos de minusvalía, enfermedad o accidente, todos los seres humanos nacen con las mismas facultades intelectivas. Son los factores sociales, clasistas, de género, de opresión nacional, de familia, alimentarios, educacionales, medioambientales, etcétera, los que condicionan el desarrollo intelectivo. Todos los datos científicos disponibles destrozan los mitos racistas y sexistas sobre supuestas diferencias de potencia intelectiva según el sexo y la raza. La inmensa mayoría de los "tests de inteligencia" han sido ideados para "demostrar" la superioridad del hombre blanco, y todos los tests tienen claras deficiencias que les impiden medir las condiciones sociohistóricos que afectan a la inteligencia. De cualquier modo, los datos recientes sobre la potencialidad del cerebro humano indican que sus capacidades son impresionantes.


La capacidad de pensamiento sufre mayores condicionantes porque es en su totalidad una construcción social. SE APRENDE A PENSAR. El pensamiento, que es la cualidad por excelencia de la materia altamente organizada, requiere para realizarse como tal de, además del lenguaje, una serie de conceptos, juicios, teorías... que sólo se adquieren con el aprendizaje colectivo. Por esto, por su dependencia del aprendizaje, y porque el sistema educativo es uno de los instrumentos decisivos de opresión, debemos ser conscientes de que la sociedad obliga a los oprimidos a no pensar, Y SI NO TIENE MAS REMEDIO, A PENSAR MAL. Más adelante volveremos sobre esta decisiva cuestión.

El pensamiento necesita de una metodología. Pero también de determinada dosis de voluntad y predisposición psicológica. De la misma forma que la memoria recuerda mucho más las cosas agradables y positivas, olvidando las desagradables y negativas que echa al basurero del inconsciente, el pensamiento y a través suyo la inteligencia, funcionan mucho mejor cuando se interesan por el objeto, cuando no lo ven como una obligación e imposición, cuando comprende que el esfuerzo que realizan es positivo y agradable. Toda la experiencia de pedagogía revolucionaria, incluso en el peligro de las escuelas clandestinas de formación, muestra como los oprimidos, obreros, campesinos muchas veces analfabetos a la fuerza, aprenden con gran rapidez al comprender que ese esfuerzo es vital para su liberación, para su felicidad.

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