«¿Cómo puede ser que tantos hombres, tantos burgos, tantas ciudades, tantas naciones soporten a veces a un solo tirano, que no tiene más poderío que el que se le concede y que no tiene capacidad de dañar sino en tanto se le aguanta, que no podría hacer mal a nadie si no se prefiriera soportarle a contradecirle? Gran cosa es y más triste que asombrosa ver a un millón de hombres someter su cuello al yugo no obligados por una fuerza mayor sino por el solo encanto del nombre de uno»